Tras una de las peores zafras de soja, el sector productivo espera la revancha en la campaña 2022-2023. En ese contexto, es importante recordar todos los elementos que ayudan a construir la productividad en este rubro.
Ing. Agr. Sidinei Neuhaus, responsable de innovación y desarrollo de productos de Agrihold y Agrotec, ofeció una charla sobre la importancia del manejo de enfermedades para la construcción de la productividad en soja. Fue durante la gira de lanzamiento del fungicida Planity de Summit Agro, desarrollada en las primeras semanas de junio.
En la ocasión manifestó que el promedio de producción de soja de Brasil, Argentina y Paraguay ronda los 3.000 kilos por hectáreas. Sobre el punto, mencionó que la brecha del rendimiento depende del manejo como un todo. Es decir, suelo, fertilidad y los cuidados con los productos fitosanitarios para el control de malezas, plagas y enfermedades.
El especialista señaló que Argentina pierde actualmente cerca de un tercio de productividad por factores relacionados al manejo; Brasil, casi la mitad del potencial productivo. Es decir, existe un espacio muy grande para crecer en rendimientos de soja. Si bien en Paraguay todavía no se cuenta con este tipo de información, estimó que la situación sería muy similar a la que se presenta en los países vecinos.
La construcción de la productividad es un factor esencial en el rendimiento del cultivo de soja. Esta implica varios puntos que se deben trabajar. El clima, el más importante, es un elemento que no se puede controlar. Sin embargo, está en las manos del productor mejorar el suelo, escoger las variedades, y controlar las malezas, plagas y enfermedades. “El trabajo en estos aspectos nos va a permitir recuperar el potencial de la productividad que se pierde en el camino en algún momento”, señaló.
Enfermedades en soja
Las enfermedades foliares y radiculares causan pérdidas de entre el 15% y 40% en soja, todos los años. Esto se debe a la menor eficacia de los fungicidas, el aumento de resistencia, errores en las elecciones, dosis y mezclas; y equivocaciones en los momentos de cada aplicación, explicó.
Si bien la roya es la principal enfermedad, por el nivel de daño que causa en soja, también se observa presencia de oídio. Igualmente, en los últimos años, cercospora, antracnosis, entre otros patógenos impactaron en el rendimiento de este cultivo.
En relación al manejo de las enfermedades foliares, señaló que es importante llegar al final del estadio R6 con la soja sana. Es decir, es esencial construir esa sanidad durante el ciclo del cultivo y contar con un programa de aplicaciones. “Tratemos que la planta de soja en la etapa inicial no queme energía defendiéndose de factores ajenos, como malezas, plagas y enfermedades”, expresó.
Neuhaus mencionó que las aplicaciones tempranas o en etapa vegetativa permiten obtener una planta de soja más robusta, que soporta mejor el estrés. Esta situación se genera porque algunos fungicidas, como las estrobilurinas y las carboxamidas, tienen efecto fisiológico que ayuda a enfrentar un posible estrés climático.
Para mejorar los resultados al final de la zafra, la estrategia debe centrarse en bajar el ritmo de las enfermedades. Con respecto a las manchas foliares, recordó que se puede reducir el inóculo con el uso de semillas certificadas, sanas, y que pasaron por un buen tratamiento. Asimismo, tener el suelo protegido con rastrojos y respectar la fecha de siembra son recomendaciones importantes.
Sobre la roya, el experto señaló que los síntomas se observan tras cuatro o cinco semanas de la infección. “Cuando cruzamos con fechas de siembra temprana, en septiembre, o una soja más tardía de octubre o noviembre, lo que vemos es que el momento de la disponibilidad del inóculo se da en la etapa más temprana del cultivo de soja”.
Etapas de la enfermedad y elección de fungicidas
Cuando la espora germina, en los primeros dos o tres días; en ese momento, se realiza el tratamiento preventivo. Durante la etapa intermedia de la enfermedad, la aplicación es curativa. Mientras tanto, ante síntomas visibles, el manejo ya es para erradicar.
Con respecto a los fungicidas, mencionó que los más conocidos son las estrobilurinas y las carboxamidas. Estas actúan como preventivos, al inicio, y curativos. Los triazoles, en cambio, avanzan un poco más en la etapa curativa; sin embargo, no tienen acción sobre síntomas visibles. “El único producto que tiene acción sobre síntomas son los multisitios inorgánicos”, añadió.
De acuerdo a diferentes ensayos presentados por el profesional, el 65% del rendimiento se construye en las primeras aplicaciones. “Si dejé que la infección suceda en la primera etapa, por mejor que sea el fungicida final, ya perdí rendimiento”, expresó.
Por último, recomendó definir y ajustar un programa de aplicación de fungicidas de acuerdo a la variedad. También indicó tratamiento preventivo para proteger el cultivo, respetar los intervalos de las aplicaciones y utilizar fungicidas multisitios protectores. Igualmente, resaltó la importancia de la rotación del principio activo para que la molécula mantenga su efectividad en el tiempo. Por ello, es fundamental agregar otras alternativas al programa.