Miguel De Achaval fue uno de los conferencistas durante el primer Congreso Brangus, desarrollado el 27 de junio pasado en la Asociación Rural del Paraguay (ARP). ¿La industria reconoce la capacidad genética? ¿Qué hacer para que la valore? fue el tema que planteó en la ocasión.
Durante su presentación, advirtió la evolución del proceso productivo de carne bovina. Señaló que la industria no reconoce la calidad genética; y esta situación no solo se observa en Paraguay, sino también en otros países de la región.
Si a corto plazo, Sudamérica entiende lo que el mundo demanda, en cuanto a carne bovina, el cambio puede ser rápido. En ese sentido, señaló que este es un proceso combinado entre la producción de materia prima y la industria. “No es que la industria no quiera hacerlo”, señaló.
Los productores deben entender que la genética, sin ser clasificada, no suma. Es más, cuando se produce a cielo abierto, como ocurre con la ganadería bovina en Sudamérica, la clasificación es todavía más importante.
Al producir una gran cantidad de carne a cielo abierto, si después no se unifica en un proceso de corral, es muy difícil saber con qué se cuenta cuando se llega a una planta frigorífica. “Cuando yo produzco una gran cantidad de carne en confinamientos, como en pollos o cerdos, es mucho más fácil clasificar”.
Genética
Por otra parte, sin genética no se puede arrancar, es el punto de partida; y si la inversión en esta área es la correcta, el tiempo va a demostrar que el frigorífico tendrá que pagar lo que vale, afirmó. “Creo que la industria está dispuesta a pagar lo que merece ese producto, y no va a pasar eso si ese producto no se clasifica”.
Actualmente, los compradores a nivel mundial miran la calidad de carne. Mientras tanto, en Sudamérica se realizan tipificaciones que no sirven, en las que se clasifican una silueta, una estructura corporal, manifestó. “El productor tiene que pensar que produce carne bovina, y no animales o kilos de animales. Y el consumidor pide carne bovina en base al musculo de calidad”.
El conferencista señaló que el proceso de producir carne evolucionó a nivel global, y que este cambio llegará a la región, tarde o temprano. En ese sentido, destacó que la genética es el primer paso. “No perdamos el tiempo criticando a la industria, diciendo que abusa del sector productor. Si se produce un buen producto, la industria va a pagar. Si el valor es suficiente o no, el mercado lo dice”, concluyó.